Querido amigo:
Me he resistido durante mucho
tiempo a responderte y te mando esta carta mediante la ayuda de nuestro gran
amigo, Karan, en lugar de enviarla al apartado de correos aquel que me diste;
no quiero que se sepan mis sentimientos. Aunque me figuro que pensarás que
Karan, que es muy amigo de tu esposa, podría no ser discreto… Quizás hasta me
gustaría que ella conociera esta carta, pero no así la opinión pública.
Me he animado a responderte
porque hace unos días cuando perdí a mi suegro, al que quería como a un padre,
fuiste tú el primero en acudir y reconfortarme con tu abrazo cálido y
protector. Nunca me siento tan arropada como cuando tú me abrazas porque es
cuando mi corazón late de verdad.
Ajay sabe que solo sobre tu
hombro puedo desahogar mis penas y por eso tuvo la deferencia de llamarte. Lo
que procura no saber, es que mis sentimientos hacia ti siempre han ido más allá
de la amistad; también yo pretendo simular que no sé nada de sus deslealtades
con las actrices con las que coprotagoniza sus películas. Al principio me era
muy doloroso, ahora me es indiferente.
Lo que me hizo sufrir y sentir
que mi corazón se retorcía de dolor, fue cuando vi a aquella actriz, prefiero
no mencionar su nombre, afirmando que su “novio” le había regalado la chaqueta
de cuero que era claramente tuya. Bien sabe la diosa Kali que me hubiera
gustado presentarme en Mannat y chillarte en la cara y reclamarte que no era
justo haber estado tantos años soportando este deseo, respetando tu matrimonio
y el mío, y tú vilmente, rompiendo mientras tanto nuestra promesa de amor
eterno por unas cuantas noches de pasión desenfrenada. Lo que hiciste luego fue
huir con tu pequeño a Londres y así no enfrentar la ira de tu esposa. En eso no
fuiste el héroe que eres en tus películas: mi Arjun, mi Baazigar, mi Raj, mi
Rahul, mi Rizvan Khan.
Recuerdo
aquella escena en la que me lisonjeabas arrebatador, montado a lomos de un
caballo, mientras yo cantaba vestida de novia…
Ya no está mi padre político, mis hijos se hacen mayores, tu relación es fría y la mía es como un iceberg desde hace años. Cuando estamos juntos recupero la vida, esa es mi respuesta. Quiero resucitar a tu lado y cuando tenga que venir Iama a por mí (dios de la muerte hindú) que lo haga después de que nuestros corazones se hayan unido en un mismo cuerpo. Que en nuestras siete reencarnaciones volvamos a unirnos una y otra vez porque así está escrito nuestro destino.
Soy tu Simran eterna, no hace falta que me preguntes; tan solo abrázame fuerte que yo acepto tu abrazo, pero esta vez para siempre.
¡OJO! Aviso al lector que este post es una carta ficticia, obra de:
Victoria Eugenia Muñoz Solano©
ESTE RELATO ESTÁ REGISTRADO Y SUJETO A LOS DERECHOS DE AUTOR.